Las transferencias de dinero entre familiares son cada vez más comunes en la vida diaria en España. Sin embargo, estos movimientos pueden generar confusión respecto a las obligaciones fiscales que conllevan. La Agencia Tributaria establece que toda transferencia que supere los 10.000 euros debe ser declarada, lo que convierte la operación en un asunto que requiere identificación por parte de Hacienda.
Aparte de este umbral, las transferencias superiores a 6.000 euros también son objeto de revisión, aunque no implican automáticamente la necesidad de declaración. Esta normativa surge de la legislación que regula la prevención del blanqueo de capitales, obligando a las entidades financieras a supervisar movimientos que puedan parecer sospechosos.
Es importante destacar que cualquier movimiento no declarado puede despertar el interés de Hacienda, dado que esta agencia cruza información con los bancos. Por lo tanto, incluso si la intención es inocente, no declarar las donaciones puede resultar en sanciones o la obligación de justificar el origen del dinero.